Mark Weisbrot
The New York Times, 10 de mayo, 2011
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A veces hay desorden en los mercados porque un gobierno amenaza hacer lo que es mejor para sus ciudadanos. Esto parece haber sido el caso en Europa la semana pasada cuando la revista alemana Der Spiegel informó que el gobierno griego amenazaba con dejar de usar el euro. El euro sufrió su peor caída de dos días desde diciembre 2008.
Funcionarios griegos y de la Unión Europea desmintieron el informe, pero Grecia debería haber amenazado con abandonar el euro hace mucho tiempo, y debería estar preparada para hacerlo. Aunque la medida podría costarle mucho a Grecia a corto plazo, es poco probable que cueste más que los varios años de recesión, paralización y alto desempleo que las autoridades europeas le están ofreciendo.
Deberíamos recordar la experiencia de Argentina a fines del 2001. Durante más de tres años y medios Argentina sufrió una de las recesiones más profundas del siglo veinte. El peso argentino estaba atado al dólar, lo que se parece mucho al uso del euro como su moneda nacional, por parte de Grecia. Los argentinos aceptaron prestamos del Fondo Monetario Internacional, y cortaron el gasto público mientras estallaba la pobreza y el desempleo. Todo esto resultó inútil al profundizarse la recesión.
Después Argentina dejó de pagar su deuda externa y abandonó la convertibilidad con el dólar. La mayoría de economistas y la prensa financiera predijeron que seguirían años de desastre. Pero la economía sólo se contrajo por un trimestre más después de la devaluación y el incumplimiento de pagos; después creció 63 por ciento durante los próximos seis años. Más de 11 millones de personas, en un país de 39 millones, fueron sacados de la pobreza.
Dentro de tres años Argentina volvió a alcanzar su nivel de producción de anterior a la recesión, a pesar de haber perdido más que el doble de su producto interno bruto de lo que ha perdido Grecia durante su recesión actual. En comparación, en Grecia, aun si todo va bien, el FMI proyecta que la economía tardará ocho años en alcanzar su nivel del PIB precrisis. Pero esto es seguramente demasiado optimista – el FMI ha bajado sus pronósticos de corto plazo para Grecia repetidamente desde que comenzó la crisis.
La principal razón detrás de la rápida recuperación en Argentina fue que finalmente fue liberada de políticas fiscales y monetarias que impedían el crecimiento. Lo mismo sería verdad para Grecia si abandonara el euro. Grecia también recibiría un impulso a través del efecto de la devaluación sobre la balanza comercial (igual que Argentina durante los primeros seis meses de su recuperación) ya que sus exportaciones serían más competitivas, y las importaciones estarían más caras.
Reportajes de la prensa también han advertido que si Grecia se desata de la zona del euro, su deuda aumentará como resultado de la devaluación. Pero la realidad es que Grecia no pagaría esa deuda, tal como Argentina no pagó dos tercios de su deuda externa después de su devaluación e incumplimiento de pagos.
Portugal acaba de concluir un acuerdo con el FMI que prevé dos años más de recesión. Ningún gobierno debe aceptar ese tipo de castigo. Un líder responsable señalaría a las autoridades europeas que tienen el dinero para apoyar a Grecia con políticas anticíclicas (como el estímulo fiscal) pero están eligiendo no hacerlo.
Desde el punto de vista de los acreedores – el cual las autoridades de la Unión Europea evidentemente han adoptado – el país que acumula un exceso de deuda debe ser castigado para no alentar la “mala conducta.” Pero castigar a un país entero por los errores de algunos de sus líderes, aunque quizás satisfaga moralmente a algunos, no es una base sólida para una política correcta.
También existe la idea de que Grecia – al igual que Irlanda, España, y Portugal – puede recuperarse a través de la “devaluación interna.” Eso implica un aumento en el desempleo, tanto que los sueldos terminan cayendo lo suficiente como para que el país sea más competitivo a nivel internacional. Pero el costo social de esa política es extremadamente alto y casi nunca funciona. El desempleo ha duplicado en Grecia (hasta 14,7%), subió más que el doble en España (hasta 20,7%), y más que el triple en Irlanda (hasta 14,7%). Pero la recuperación es escurridiza todavía.
Podemos estar seguros de que las autoridades europeasle ofrecerían a Grecia un mejor acuerdo bajo la amenaza creíble de que se desprendiera de la zona del euro. De hecho, hay señales de que tal vez ya hayan actuado en respuesta a la amenaza de la semana pasada.
Pero al final de todo, Grecia no puede aceptar un acuerdo que no le permite crecer y salirse de la recesión. Préstamos que se condicionan a las llamadas políticas “procíclicas” – recortar el presupuesto y aumentar los impuestos ante una recesión – se deben quitar de la mesa de negociación. El intento de contraerse para salir de la recesión en Grecia ha fracasado. Si eso es todo que las autoridades europeas tienen para ofrecer, entonces ya es hora de que Grecia, y tal vez otros, se despidan del euro.
Mark Weisbrot es codirector del Center for Economic and Policy Research (CEPR), en Washington, D.C. Obtuvo un doctorado en economía por la Universidad de Michigan. Es también presidente de la organización Just Foreign Policy.
Original aqui.
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